El desempeño como padres es una de las mayores responsabilidades que se contraen con la familia y la sociedad. Muchos son los factores que inciden en la manera con la que se asume la maternidad/ paternidad, entre ellos podemos mencionar: el periodo de nuestra vida en la que nos convertimos en madres/padres, el nivel de desarrollo biológico, psicológico y económico logrado hasta ese momento, si el embarazo ha sido deseado por ambos miembros de la pareja o si ha sido resultado de una experiencia no planificada, las condiciones materiales existentes para recibir al bebé, el nivel de madurez y comprensión alcanzado por la pareja, la educación que recibimos en el núcleo de la familia en que crecimos, las vivencias y experiencias dentro de nuestras familias, la comunicación en la pareja y en la vida social, los conceptos educativos que la pareja define como objetivos a lograr en el desarrollo potencial de sus hijos, etc.
Cuando nos enfrentamos a la crianza y educación de los hijos surgen muchos imprevistos y situaciones nuevas que aparecen con las experiencias del día a día. Por muy bien informados y preparados que podamos estar nunca sabemos cuáles son los conflictos y contradicciones que la vida nos pondrá delante en nuestro rol como padres. Siempre me gusta resaltar que todas las criaturas humanas somos seres individuales , únicos , e irrepetibles, con talentos y capacidades especiales que varían de una persona a otra. Incluso nuestro diseño biológico ( fenotipo y genotipo) es totalmente exclusivo de cada persona, de ahí que en una población mundial de millones y millones de personas nadie vive y enfrenta su vida de igual manera, ni los mellizos.
En el proceso de educación de los hijos es muy importante estimularlos , motivarlos, desarrollar sus necesidades e intereses, apoyarlos, amarlos, consentirlos, pero también se hace necesario llamar su atención cuando hacen algo incorrecto o muestran maneras y actitudes inapropiadas que no pueden ser aceptadas, o aplaudidas, por mucho que sea nuestro amor por ellos.
Llamar la atención de los hijos, regañando como se conoce comúnmente, no tiene que convertirse en un acto de dominancia, autoritarismo, inflexibilidad, abuso y faltas de respeto. No tenemos el derecho de gritarles, abochornarlos y mucho menos golpearlos. Si en el momento de la indisciplina del niño no te sientes en condiciones emocionales de manejarlo correctamente, intenta desviar la atención hacia otro asunto y retoma la conversación después, cuando estés listo para analizar y discutir la situación con tu hijo. Desde las edades tempranas debemos poner estos límites y establecer este tipo de conversaciones con nuestros hijos. Lo que puede resultar “gracioso” en niños pequeños, puede resultar deplorable y fuera de control cuando ellos crezcan.
Te dejo algunas recomendaciones para que el “regaño” a tus hijos cumpla funciones educativas y sirva de pauta para la comprensión y ejecución del comportamiento que se espera de ellos en las diferentes situaciones y contextos de la vida social:
– No hables de una forma autoritaria a tu hijo desde tu altura, eres más alto y esa diferencia despertará emociones de temor, miedos e inseguridades en tu hijo. Afectarán su autoestima y su estabilidad afectiva. Debes sentarte junto a el/ella o agacharte a su altura para establecer el apropiado y positivo contacto visual durante todo el momento de la conversación.
– No compares su comportamiento con el de otros niños, menos aún con el de sus hermanos o primos.
– Evita gritar, insultar, ofender, humillar, recuerda que por muy difícil y engorrosa que piensas que es la situación sucedida, ellos no dejan de ser niños, adolescentes y/o jóvenes que necesitan orientación y apoyo educativo en el proceso de descubrimiento y comprensión de la vida.
– Nunca hagas el llamado de atención (regaño) frente a otros niños y/o adultos. Busca un lugar privado , donde puedan conversar detenidamente, analizando lo inapropiado del comportamiento mostrado y poniendo ejemplos concretos de cómo sería la forma correcta de proceder. Es muy importante que los niños, adolescentes y jóvenes identifiquen sus errores y analicen en conjunto con el adulto sobre la conducta apropiada a manifestarse en otra situación similar. Regaños en público solo abochornan y humillan, de esta manera no habrá procesamiento del error cometido y sí puede que se fijen patrones de conducta inapropiados como respuesta rebelde y desafiante ante los adultos.
– Si has recibido una queja sobre tu hijo por parte de otros adultos, infórmate bien de lo sucedido, antes de llamar la atención de tu hijo. Después de tener todos los pormenores de lo sucedido confronta a tu hijo de una manera amable pero firme para que tenga la posibilidad de expresarse y narrar su propia versión de los hechos. Debes ser imparcial y enfocarte en el beneficio educativo de la conversación para el futuro de tu hijo y su funcionamiento como elemento productivo en la sociedad.
– Evita el estado de negación, al no aceptar críticas o comentarios sobre el comportamiento de tu hijo, escucha a los demás y después analiza todos los detalles de sus opiniones, puede que estés en desacuerdo con algunos o sus criterios, pero no dejan de ser aspectos a tener en cuenta para perfilar los objetivos de la educación de tu hijo.
– Recuerda que tu ejemplo es en todo momento el modelo educativo que tu hijo procesa y asimila para poner en práctica sus valores y su conducta. En la forma en que enfrentas estas conversaciones con tus hijos , será en gran medida, el modelo que aplicará con sus hijos cuando se convierta en madre/padre.
No es dejar de poner asunto y atención ante las conductas inaceptables , es tener el tacto de saber cómo manejar cada una de estas situaciones. Los niños, adolescentes y jóvenes necesitan de una guía educativa para su desarrollo personal y social, somos nosotros los responsables de ir aprendiendo y caminando a su lado en el maravilloso aprendizaje de la vida.
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